miércoles, 5 de agosto de 2009

Un mate sobre buenos aires


A veces, a veces nomás sale el sol entre los edificios. Vos preparás el mismo mate en la cocina de siempre pero sólo a veces te iluminás naturalmente. Yo te miro desde el costado de la heladera y veo a través de la ventana una buenos aires toda viva y toda hermosa que aparece desnuda. Y el agua, el agua hierve siempre, porque nunca dejaste que no hierva el agua, y nos sentamos en el balcón. Y el balcón, con la leve luz que apenas lo roza parece más nuevo y más grande y la ciudad, con sus hombros gritantes y sedientos abre sus piernas para que el sol la destruya, la invada, la penetre poro por poro, mientras nosotros la miramos morirse y tomamos del mismo mate, pintado a mano por ese artesano de una plaza pequeñita que nos dijo que era mágico y que cuando se llenaba de buena yerba salía el sol.

Pero es a veces, es a veces nomás que el sol inunda la tristeza de buenos aires y la ahoga, y es a veces nomás que vos dejás ir esa tristeza para llenarte de cosas nuevas, de cosas simples, o de cosas bonitas.

Cosas bonitas pensás cuando el balcón se hace nuevo y grande y las lavandas de la macetita roja, horrible, se llenan de viento y viajan. Viajan al sur esas tardecitas de enero, o a Concordia, cuando caminábamos cerca de la poesía. Cosas lindas pensás y volvés a ser mucho más que una porción de tiempo en un lugar determinado. Cosas lindas decís para hacerme creer lo bueno de estar todavía, aunque ese estar mire pasados y maldiga presentes inconclusos.

A veces, a veces nomás el aire se llena de ternura y mi corazón se queda callado, como esperando, como impaciente, que el agua hierva (porque nunca dejás que no hierva el agua) para sentarnos a tomar del mismo mate y a especular un montón de idioteces acerca del mismo mundo, que ya no amamos tanto.

1 comentario:

  1. el sol, los parques, los amigos, el amor, un mate caliente con cañoncitos de dulce de leche, una cerveza helada en un enero de fuego, un vino rojo y tibio para el invierno, mucha música y miles de cantos hacen que la ciudad no se reconozca...y la llenan un poco de esa ternura de la que hablás, esa que rompe la melancolía lastimosa de nuestro bs as querido...

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