Un país de caparazones creamos en el aire.
Un país que nos proteje del dolor del alma,
de la falta de ternura,
de la pena de amor
y de la alegría del amor.
Un país que nos resguarda del olvido,
que hace durar para siempre
el sabor de tu boca,
el color de tus ojos.
Un país que nos cuida del frío
en los pies
y del frío
en los huesos.
Una caparazón que nos acapara
contra el hambre
contra la desilución
el desengaño.
Y nos llena de río
o de risa.
Un país que abraza
con brazos tibios
o con piernas calientes.
Que acaricia,
que besa,
que nos hace el amor
cuando llueven tristezas.
Que nos lee un cuento
antes de dormir
y nos deja
la luz
prendida toda la noche.
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