martes, 1 de septiembre de 2009

Yo también estuve en un poema de Prévert



Anduve leyendo un libro de un poeta jujeño que no conocía. Me lo prestó un amigo, confiado en que me gustaría. Y así fue, claro. El poeta me dejo viajando un largo rato pero me hizo detenerme particularmente en un poema que se llama "Estuve en un poema de Prévert". El poeta se había metido adentro de "Desayuno" de Prévert y había llorado con las manos juntas...
Y yo también, aquella vez que preparamos vos y yo unos mates esa mañanita y entonces me dijiste que me consiga un mate más chico, que para tomar sola ése era demasiado grande....estábamos desayunando una despedida. Y echaste yerba en el mate. Pusiste la bombilla. Sacaste la pava del mate y te fuiste. Así, sin decir adiós. Sin decir hasta pronto. Y yo me cubrí la cara con las manos, y lloré.

Quizás los poetas sean muñecas rusas para meterse uno dentro del otro, o para cubrirse uno a otro con su magia. Alredededor de la literatura están nuestras historias que le dan sentido. Sin nosotros la literatura no vale la pena, la poesía no vale la pena sin nuestras manos que la tocan, la besan, la protegen. Yo también estuve en un poema de Prévert, Aguirre, y en uno tuyo también, quizás nos encontremos allí nuevamente o quizás nos encontremos en viajes posteriores y tristes. Es eso la poesía, una excusa para encontrarnos o para decirnos ¿no?


"Estuve en un poema de Prévert" de Ernesto Aguirre


No dijo adiós, al irse.

Se puso la palabra adiós
como un guante
(un dedo en cada letra)
y desde la puerta
me acarició, sin tocarme.

Y lloré, Jacques.

(Me cubrí
la cara con las manos
y lloré)



"Desayuno" de Jacques Prévert


Echó café
en la taza.
Echó leche
en la taza de café.
Echó azúcar
en el café con leche.
Con la cucharita
lo revolvió.
Y se bebió el café con leche
Y dejó la taza.
Sin hablarme.
Encendió
un cigarrillo.
Hizo aros
con el humo.
Dejó caer la ceniza
en el cenicero.
Sin hablarme
Sin mirarme
Se levantó.
Se puso
el sombrero
Se puso
el impermeable
porque llovía.
Y se marchó.
Bajo la lluvia.
Sin una palabra.
Sin mirarme.
Entonces me cubrí
la cara con las manos
y lloré.


(Y el dibujante Tute, que decía que el desayuno de Prévert venía sin jugo de naranjas! Y si Tute, la naranja es demasiado dulce para un final...)


1 comentario:

  1. Viste que lindo que escribe el Jujeño Ce, compone como uvas metafóricas que son para comer con piel y pulpa, hasta la borracera dulce. Un abrazo Concordia...

    ResponderEliminar

anduvieron conmigo