Conozco una persona inquieta como un colibrí. Zumbador. Andante. Viajero. Conozco una persona que no soporta quedarse quieta. Una personita torpe que no te deja pagar en el restaurante, ni en el kiosco. Que derrama las papas cuando abre el paquete. Que tira todos los caramelos del tarro. Una personita que cuando vivía en Buenos Aires se iba caminando de su casa de la calle Montevideo, hasta la escuela de fotografía en La Boca. Una persona que caminaba y que encontraba cosas maravillosas en cada rincón de la ciudad.
Este pájaro no podía dejar de estar moviéndose. En los momentos tristes él cantaba una canción. Cantaba siempre este corazón, cantaba Zitarrosa, cantaba Violeta, Maslíah cantaba...
Una vez se fue. Era esperable de un hombre que no sabía estar en un sólo lugar. Se fue a España y por ahí y por allá y se quedó en Londres. Algo debe tener Londres pienso yo. Algo más que llovizna y grises como nos la pintan por acá. Algo hermoso debe haber en Londres para que este hombre de tantos colores haya encontrado su lugar allí. No sé. Dicen que el amor nace justamente de las contradicciones. Quizás sí.
Ahora el Fabri sigue viviendo allá y a mí me da un poco de bronca Europa. Bronca me da. Que se haya acaparado a este viajero volante, que lo haya enfelizado y no lo deje regresar.
Nos escribimos a veces y entonces me comenta de su enamoramiento ciudadano y yo me pongo a pensar en Buenos Aires y nada. Ni un premio consuelo le daría a esta ciudad violácea y angurrienta.
Fabri decía que la memoria era una especie de galería en donde echar mano de vez en cuando para sentirse feliz. Yo pienso que la memoria es el mejor lugar para ir a pasar el día, con una canasta, mantel a cuadros y sanguchitos de miga.
el mejor perfil que podia esperarse de alguien que lo quiso, lo quiere y lo va a queres siempre no ce? y la rabia de la que no acepta un "¿nos veremos el proximo año?"... te falto
ResponderEliminar"el flautista de hamelin"