domingo, 6 de septiembre de 2009

"La amistad, lo mejor de la poesía"




Con Victoria éramos amigas de chicas. No tan chicas. Once o doce años tendríamos cuando nos conocimos en el club. Ella vivía en Rosario, y yo en Concordia, nos unía mi ciudad de casualidad, porque su padre estaba viviendo ahí. Durante algunos años fuimos muy buenas amigas. Llorábamos de risa. Íbamos contra el mundo y sus bártulos, contra los adolescentes que pueden ser egoístas e intolerantes. Contra todo íbamos reivindicando las diferencias. Tomábamos colectivos sin rumbo sólo para hacer algo cuando la siesta de verano en Concordia aplastaba con su indiferencia. Comprábamos en un kiosco alejado sólo porque el kiosquero hablaba en capicúa y eso nos daba mucha risa. Nos escribíamos cuando empezaban las clases y entonces el trajín de nuestras vidas distintas comenzaba a separarnos. Nos regalabámos porquerías para el día del amigo. Nos quedábamos hasta la noche en el club charlando en la pileta, siempre tratando de encontrar a alguien más con quién delirar. Nos encantaba delirar. Las dos tenemos esa manera fina de aferrarnos a la ironía que más bien nos espanta los amigos, pero que a nosotras nos unió con cinta adhesiva.

Entonces sí, pasaron los años y fuimos dejando de vernos. Cada una agarrada a su vida nueva se dejó de escribir y así nos fuimos cada una de la historia de la otra. Y el mundo siguió, como si nada.

Hace unas semanas nos encontramos de manera cibernética. Hacía como trece años que no sabíamos nada la una de la otra. Teníamos hijos, carreras, muertes, separaciones para contarnos.

Y ayer nos juntamos a la tardecita. Ella venía de Rosario a ver a alguien y acá estuvimos.

Nos encontramos en casa y decidimos tomar un colectivo para rememorar viejas épocas. (¡Con la diferencia que Buenos Aires puede llevarte hasta el origen mismo del mundo en su extensión!) Tomamos el 60 y terminamos en el barrio chino. Entramos a un bazar a comprar chucherías, de las que antes nos regalábamos para el día del amigo. (Todavía tengo esa tacita transparente de Garfield consecuencia de esas juntadas). Y después de revisar y revisar, y cuando los chinos ya bajaban sus persianas eléctricas huimos con un gancho, una jirafa, unos clips y una pelota de perrito.

Después nos metimos en un restaurant. Ella decía que los arrolladitos primavera le traían reminiscencias de su infancia. Comimos hasta el hartazgo, tomando cerveza. Y la moza le preguntó que qué tenía en la cara que la miraba tanto. Comenzamos a reírnos. Nadie la había mirado en demasía. Victoria le dijo que tenía una piel estupenda, fantástica. Y reímos, y brindamos. Las mesas estaban tan juntas que estábamos practicamente con las otras dos de ambos costados. (A la moza le había estallado la campera china y tenía una abertura en toda la espalda, pero como el restaurante se llamaba "Todos contentos" supusimos que nadie le daría importancia)

Un individual en la mesa decía que si eras chancho debías alejarte de los chanchos. Pucha, pensamos las dos chanchos, somos los únicos que tenemos que alejarnos de nosotros mismos!

Después nos tomamos el 152 y fuimos a la casa de una amiga mía a seguir tomando un poco de cerveza. Más tarde, cuando me tomé el 12 para volver a casa, al barrio de Congreso, ella, hacía que la jirafita china me saludase y yo me alejé. Feliz.

Qué bueno que los años que pasan no cambian definitivamente el mundo.

La esencia queda siempre, el vínculo del cariño no se rompe con nada. ¿no victoria?

"La amistad, lo mejor de la poesía" Paco Urondo (fragmento)

Tengo los mejores amigos de la tierra y
los quiero de corazón, con toda mi mala memoria: ellos
sufren las angustias y las revelaciones
de esta época torva que nos toca vivir.

Qué daría por verlos fundamentalmente
alegres y despreocupados, pero nadie tiene el dinero
suficiente. A veces, cuando nos sentamos
a charlar y a tomar un poco de vino, se terminan
por un rato las catástrofes, se diluyen
con el calor del humo.


(...)


Es gente de lo mejor que hay por allí y todo el mundo
debería ofrecer años de vida por conocer a Juan o a Noé o a
cualquiera
de ellos: volcados
ciertamente sobre la vida, respirando
este aire que enriquecen, me sonríen
y se levantan a tocar los augurios buenos o malos,a golpear
diariamente los tobillos
de la realidad. A dar gracias por nuestra suerte.

1 comentario:

  1. "
    La esencia queda siempre, el vínculo del cariño no se rompe con nada. ¿no victoria?

    "

    Que bonito isso.

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