jueves, 3 de septiembre de 2009

Convivencia


Dijiste que compartir la vida era tan fácil como compartir un vaso de vino. Pensamos los dos. Hace cuánto tiempo nuestra vida se distribuye entre la gente como un chisme barato. Hace cuánto tiempo nuestra pequeña historia es despedazada por la gente como el maíz por las palomas de la plaza.

Pensamos los dos. Y cómo me deja seducir tu mueca intelectual, y yo, que siempre odié la postura intelectual, busco perderme para siempre entre tus piernas y comerme aunque sea un poquito de tu cuerpo.

Porque a tu cuerpo hace tiempo que se lo disputan los pájaros y los peces. Y tu cuerpo hace años que esconde un pedazo de nube blanca entre las uñas.

(A mi me parecería fácil compartir una vida con el mundo. Si el mundo te tuviera entre sus brazos como una muñeca de trapo, y te arrullara, y te meciera para que te duermas, en un vaivén de pequeñeces que te hicieran sentir ínfimo y aprovechable.)

Dijiste que no te gustaba el sabor de cualquier boca, a pesar de que habíamos probado cualquiereces de todos los colores. Y reímos los dos. Hace cuánto tiempo nuestros labios recogen bocas heridas en el suelo, y las curan, les ponen una curita en el alma para que no lloren. Hace cuánto descreemos del amor por pura convención mundana nomás y vivimos con miedo.

Miedo a querernos y miedo, a quedarnos sin amor, y dejar de andar suspendidos en el aire como dos becasinas en la orilla.

Hace cuánto que no somos más que ojos que buscan y manos que tocan, piernas que caminan, bocas que toman ríos a grandes sorbos...Hace cuánto añoramos el convencimiento o la mediocridad ajena para que valga la pena por ejemplo la televisión.

Hace cuánto esperamos el porvenir con la más desnutrida esperanza...

Vos y yo continuamos la vida como se continúan las malas anécdotas, pendidos continuamente de un hilo que no está enhebrado en ningún sitio...

1 comentario:

anduvieron conmigo