jueves, 8 de octubre de 2009

Los viajeros


De vez en cuando uno tiene el placer de encontrar un libro viajero. Los libros viajeros son aquellos que uno no puede conservar después de que termina de leerlos. Son aquellos que uno mientras los lee, ya piensa en a quién se los va a dar. Son libros condenados al viaje. A distintas casas, parques, trenes, plazas, brazos, ojos. No soportan la quietud ni la comodidad de las bibliotecas. Son hojas impresas de poligamia, que no soportan la fidelidad a un sólo lector. Son los que se vuelven necesarios y por lo tanto uno no puede soportar que el mundo entero no los conozca.
Hay libros viajeros por excelencia. Como "El libro de los abrazos" de Galeano, quien lo lee por primera vez lo regala por lo menos dos veces. O "Espantapájaros" de Girondo. No conozco a nadie que lo conserve. Sostengo la teoría y estoy segura de que todas las ediciones de todos los espantapájaros se escapan volando. Debe haber un país de los espantapájaros escapados en donde viven y bailan y conversan de esta tierra nuestra todas esas pilas de hojas imprescindibles. Tiene casi un siglo de vida ese país, y no tuvo todavía ninguna dictadura...
Un libro que no consigo que se quede en casa es "Crónicas intergalácticas" Una especie de manifiesto zapatista con unos textos maravillosos del subcomandante Marcos. Ese libro me escapa, no hay manera de que se quede unos días aunque sea. Cada vez que regresa, ya se está yendo de nuevo...o el de Pescetti "El ciudadano de mis zapatos", que siempre se va caminando, se muda de países, y de estaciones. O "Palabras" de Prévert, que ni bien se va llega en una forma nueva. O "Carta abierta a Buenos Aires violento" de Gudiño Kieffer, que nunca es nuevo, siempre llega en formato recontrausado y comprado a $3 en "Brujas" y no conozco alguno con otro arte de tapa.
Hay muchos libros viajeros. Libros que nacieron para moverse. Para ser parte de todos y no de uno. Para fundirse con el mundo porque están hechos de mundo y no de palabras que entienden unos pocos...
Y tuve la suerte de encontrar hace poco un nuevo libro andante. "Una cuadra" de Márgara Averbach. Esta pequeña novela es una oda a la memoria. Es un pequeño libro que reinvindica las acciones y los héroes colectivos. De esos libros que te dejan con ganas de cambiar la vida. Porque te cuentan que es posible mirar el mundo desde distintas perspectivas sin que deje de ser el mismo mundo.
Ya al principio, Averbach dice en la dedicatoria:" Yo no sé vivir sin el rumor de los otros a mi alrededor. Jamás supe estar sola". Sería maravilloso tomar las palabras de la autora como compromiso. Que nadie pueda estar, vivir, existir sin que existan los otros, sin que nos arrulle la voz de los otros, que le cantan a la tierra, tanto como nosotros.

Y bueno, "Una cuadra" se va a andar andando...bienvenido al viaje.

3 comentarios:

  1. Parece que los libros como los lectores hacen su propio camino...
    Vivimos partiendo y llegando, llegando y partiendo...Lo maravilloso es como en esos movimientos a veces nos encontramos para detener al mundo o para hacerlo girar no como planeta sino como el ojo de un mareado...

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  2. Tendría que hacer una lista como la tuya de los libros que se me volaron. Se me volaron hasta casi quedarme sin nada. A los que llegaron ahora los miro y pienso que se van a volar junto conmigo, aunque no sé. Ahí tengo a Clarice Lispector con ganas de levantar vuelo.

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  3. Dejala ir a Lispector, Santi! Que después te cuente, si vuelve...

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