jueves, 26 de agosto de 2010

Casa Rodante

Yo te dije
a la casa rodante le podemos
poner alas y plumas.
Le podemos
poner un dispenser
de chocolate en rama
un expendedor de latas
de cerveza.
Le podemos pintar
de verde las ventanas
me gusta el verde
me gustan las ventanas.
Nos puede comandar una
golondrina
ellas saben más de las partidas
de los partires
de las despedidas.
A la casa rodante
le podemos poner nombre
Como el Dragón de Cortázar
la nuestra puede llamarse Ana
es un lindo nombre para una casa
moviente, móvil, mutante.
Yo te dije
las ruedas se inflan en contacto con el agua
flota
vuela
anda
se sumerge.
Nuestra pequeña casa andante.
La vamos a llenar de perros y de peces
de flores y de pastos
de piedras y de ríos.
De mañanitas juntos.
De nochecitas tibias.
Le escribimos afuera
un poema
brevísimo. Bonito.
Para que lo lean los que no creen
en lo que no pueden ver.
Los que no confían todavía.
Los que no abrazan ni besan.
Para que lo lean
cuando nos vayamos.
Viajantes del aire.
En la inmensidad del porvenir.
En la seguridad
del desconcierto.

martes, 17 de agosto de 2010

vos seguí creyendo en la poesía


Yo te digo, mi amor
aunque te emborrachés a diario
y putees contra el clima.
Vos creé en la poesía.
Aunque manejes muy rápido
la bicicleta
y putees contra el tránsito amujerado.
Vos creé en la poesía.
Aunque te pelees en los bares
y pidas rebaja en la cerveza
y lastimes a unos cuantos cada vez que hablás.
Y odies la vida como está.
Vos creé en la poesía.

Porque cuando todo explota.
Ella te salva.
Cuanda nada amaina y lo triste perdura
terco e hiriente
ella te salva.
Ella puede. Ella sí que puede
contra la muerte y la pena
la intolerancia,y la impaciencia
la violencia,y la desesperación.

Ella insiste
en el porvenir.

Ella sí que puede.

Siempre te alcanza el vaso de agua cuando la tos
no te deja dormir.
El té con canela
cuando el desarraigo no te deja descansar.
La toalla
cuando salís de bañarte
el fósforo
cuando vas a fumar.

Yo te digo, mi amor,
aunque te pesen todas las cosas del mundo,
como a mí,
y aunque te pese el mundo.
Vos seguí creyendo en la poesía.
En ella vive, la linda, la posible, la hermosa

la revolución.

jueves, 12 de agosto de 2010

La grieta (Para Ira, un poema que le debo)

Hay una grieta en el baño por donde aparecés
todos los días/ cada día
venís
con tu delicada ternura y me decís
qué frio hace en la ciudad
o qué silenciosa está hoy buenos aires
o por qué no vamos a ver la de capusoto.

Hay una grieta
(en el baño)
por donde aparecés.
Al gato le resulta terriblemente sospechosa
y mira a través de ella y ve
tu país con calor y con sol
y con otro gato que a miles de kilómetros mira a través
y ve
mi país
con frío y con nubes.

A la grieta, cada noche, le nace una flor
alrededor.
Un árbol verde de limón.
Un arcoiris.
Algunos pájaros la cruzan
para cansarse menos en los vuelos del exilio
y vos
vos también la cruzás
todos los días/ cada día
para descansar el corazón,
mitigar la distancia,
quererme mejor.

martes, 10 de agosto de 2010

Saudade

Lo que pasa cielito, cielecito, es que la gente se cansa. De todo se cansa. De los días de sol y de los días de lluvia. Del frío que no te deja andar en paz, y del calor, que no te deja andar en paz. Del color de las paredes de las casas, del vino, del odio, del amor. La gente se cansa.

Anda con quejas, la gente. Un pequeño dolor acá, otro más grande por allá...
Pero por suerte, digo, por una de esos milagros indefinidos que tiene la vida, apareciste. Y apareciste cuando yo ya estaba cansada de las apariciones, de las personas bonitas, de la linda poesía. Apareciste así, de improviso, de golpe, como un golpe seco en la espalda que te hace ver las estrellas...

Y como viniste, te fuiste.
Como la tristeza.
El dolor de cabeza.
La crisis económica
(y emocional)

Viniste.
Con todo tu estandarte de ternura cual carroza de escuela de samba
y te fuiste
como los hits de la radio
la primavera
el colectivo 168
la negra sosa.

Viniste
y te fuiste.
Como el recuerdo de mi padre.
El gurisito que pide una moneda en el subte
El dinero
Los amigos
La lluvia. La desesperación. La alergia. La dictadura.

Viniste
Y te fuiste.

(Lo único que se queda siempre,
mi lindo amigo,
es esta pena
que tiene dificultades
para respirar
pero no muere jamás)

lunes, 2 de agosto de 2010

Panadero

Cuando venís y me decís que me decida.
Que me decida pronto
que hace frío
y nos están esperando en la puerta del cine.
Cuando te acercás,
despacito,
y me sugerís que me decida.
Que me decida pronto
que ya son más de las nueve y es
como si nevara
en Buenos Aires.
Ahí es cuando yo te contesto que no
puedo.
Que no puedo decidirme.
Que mi corazón es así.
Lo soplás un poquito y se deshace en el aire
como un panadero.
Que a mi corazón le encanta ser así.
Maltrecho. Despedazado. Descolorido.
Averiguando pasajes a todos los destinos posibles.
Repartido,
siempre,
repartido.
Dividido en miles de lugares y de amores y de gentes
y de personas...
No me exijas que me decida.
No me pidas fidelidad.
Porque mi corazón siempre fue así.
Lo soplás un poquito y se deshace
en el aire
como un panadero.

lunes, 12 de julio de 2010

Entraña

"Esta guitarra que toco, no olvida su entraña de árbol,
su raíz de chaco y de luna, florece cuando yo canto."
(Armando Tejada Gómez-Carlos Pino)
Entraña de árbol dice la canción. Y te/me recuerda. Y me/te recuerda.
Pero entraña de agua sos. Pedacito de río oscuro por donde ando.
Ando en vos como una pequeña canoa. Ando. Ando.
Y cuando el clima viene feo, me avisás. Y yo anclo la canoíta en cualquiera
de tus abrazos y estoy a salvo.
Vos me ponés a salvo el corazón, ya te lo he dicho mil veces.
Porque cuando hay sol entonces yo también brillo.
Y cuando los peces me pasan por debajo con sus escamas plateadas.
Yo también brillo.
Entraña.
Entraña de agua dulce sos. Entraña de agua oscura por donde ando.
Por donde andamos.
Entraña de agua dice mí canción. Para recordarte.
Siempre.

martes, 6 de julio de 2010

Utilidades


Las cosas que antes te resultaban
inútiles
ahora comprendés
que son para ganar tiempo
que allí reside toda su explicación.
Que antes
cuando el tiempo no te importaba
en lo más mínimo
no te explicabas cómo algunas cosas
se daban el lujo de existir.
Pero claro
ahora
que te involucraste con el sistema
notás que el secador de pelo
te permite ganar tiempo,
ese mismo tiempo que antes usabas
para leer con el pelo mojado,
sobre los hombros,
goteandoté.

lunes, 5 de julio de 2010

MP3


me bajaste
en mi computadora
la música que llevás
en tu mp3
te va a gustar, me dijiste.
y ahora,
cada vez que la escucho,
voy en el subte A a tu trabajo
con vos,
miro la plaza Congreso desde
la ventana de tu oficina,
regreso a tu casa cada noche,
entro y pateo tus libros,
corro tus discos,
subo la escalerita del ph en que vivís
y me acuesto al ladito tuyo.

jueves, 1 de julio de 2010

Alguien



Alguien,
de lejos,
me mandó un abrazo.
El abrazo, en el camino, se distrajo.
Me contó que el río,
desde arriba, es más lindo todavía.
Me contó que los puentes, desde arriba, son lanitas
blancas, para jugar con las manos.
Y que los edificios, de noche, son lucecitas amarillas
como pequeños soles.
Me contó el abrazo, que la esperanza, muchas veces se
puede tocar de tan visible.
(Alguien, de lejos, me mandó un abrazo)
Y el abrazo se vino.
Me contó que la distancia no es más que otra manera
de ocupar el aire.
Que la distancia no es más que una excusa para
que el corazón funcione,
siga andando,
se ocupe de extrañar,
revolucione.

lunes, 28 de junio de 2010

PH


" ¿Para qué, renunciar, si vos sos lo mío todo el tiempo?
Yo te quiero y yo te pertenezco." (Fernando Cabrera)



Terca tu presencia.
Le digo que se vaya y sigue,
andando, por mi corazón.
Parece que todavía queda espacio ahí,
en mi corazón.
Me contaron que tiene un Ph en alquiler.
A vos, te lo deja barato seguro.
Hasta te dejaría vivir gratis si te gustara.
Tiene mucha luz. Y una terraza con un montón de sol.
Allí vos podrías dormir la siesta, y yo te podría acompañar.
Es que ahora casi no nos vemos y mi corazón,
anda con deudas,
que el gas,
que el agua,
que el teléfono.
Y encima, terca, tu presencia.
Preguntále sino, qué hacía en el partido Argentina-México.
Conmigo estaba. Conmigo estabas.
Conmigo estás.
Estoy cansada de pensarte tanto.
Aflojá, dale.
O al menos dame una señal.
Señame el corazón.
Sin garantía te alquilo.
No te preocupes.
Sin recibo de sueldo.
Sin depósito.

Yo, te dejo entrar.

sábado, 19 de junio de 2010

Injusticias


"El problema, señor, sigue siendo sembrar
amor" (Silvio Rodriguez)

Esta es la calle donde vivo. La calle sarandí. Sobre esta calle, mi calle, hay un hombre que duerme con un perro negro.
El perro tiene un collar rojo y siempre está contento.
A la noche se hace un ovillito oscuro arremolinado entre las frazadas.
El hombre tiene cara de enojado y de triste y una melena enorme de rulos. A la noche, se hace un ovillito oscuro entre las frazadas.
Pero no creas que el mundo le da alguna importancia a estas pequeñeces.
¿Te digo cómo son las noches en Buenos Aires?
Un montón de orugas en las calles frías.
Hombres y mujeres envueltos en mantas a cuadros o lisas o rayadas. Totalmente cubiertos.
Cadáveres. Cuerpos sin rostro que el viento golpea y la lluvia abraza.
Orugas. Orugas que no despertarán a la mañana en una linda casa.
Orugas que descansan desde tempranito para zafar de la ciudad o de la vida...
Pero, hablando de otras cosas y de las mismas cosas, muchas veces ceno sola.
Vos también, seguro, en Villa Crespo cenarás solo.
Si al menos uniéramos nuestras soledades todo sería mucho más justo.
Es tan sencillo solucionar lo complicado.
Pero ya ves. La injusticia se encarga hasta del más mínimo asunto.
Le han dado la medalla de empleada del mes.
Le han aumentado el sueldo.
Y ¿quién va a pararla así? ¿Quién la para así?
¿Qué le va a importar un corazón como el tuyo?
¿Qué le va a importar un corazón como el mío?
Se ha comprado, la muy nerviosa, un escobillón que barre toda la esperanza.
Y bien limpita anda la ciudad últimamente.
La injusticia es una workaddict, o algo así, le dicen ahora.
Que haga un test en la revista cosmo a ver qué le sale.
Es una lástima.
Que no gaste su energía en otra cosa.
Pero volviendo al tema, a veces, los caramelos se derriten en el frasco.
Se hacen una bola pringosa, pegotosa, colorinche, intocable.
Se vuelven un uno indestructible porque nadie los come.
Ojalá estuvieran en donde alguien los comiera,
y se llenara de dulce alguna carita sucia,
pero, como te dije,
la injusticia se encarga hasta del más mínimo asunto.
Odio la bola pegajosa de caramelos que nadie quiso.
Odio saber que alguien en algún otro sitio los hubiera amado.
Odio saber que estás comiendo solo y que yo como sola.
Odio saber que podríamos estar juntos y no estamos.
Odio ese perro negro contento y su dueño triste.
Odio tener una cama de más, un cuarto cerrado.
Odio que se tenga lo que no se necesite.
Pero no creas, mi amor, que el mundo le da alguna importancia a estas pequeñeces.
El mundo anda mirando los partidos de fútbol por la tele.
Y mejor no hagas ruido,
porque se enoja.

domingo, 13 de junio de 2010

Hay un pedazo de cielo en esta página (Para El Gato)


"Hay un pedazo de cielo en esta tarta." (Joan Aiken)

Puse un pedazo de cielo en esta página. Un poco me costó acomodarlo. Subí al techo con la podadora. Corté el pedacito más lindo, lleno de celeste y de ternura y me lo guardé.
Tampoco me fue fácil encontrar el programa necesario. Imaginate. Un domingo en Concordia y encima con humedad! Pero un técnico amigo me solucionó el problema. Me dijo que tome el cielo por las astas, que apriete tal o cual botón, y así, despacito, así, puse un pedazo de cielo en ésta página.
Pero lo puse porque estabas triste. Porque te andan tironeando y no podés aflojar. Sabés? No aflojés mi compañero. Subite al cielito éste que preparé para vos y dejate llevar.
Y si te duelen las piernas, estiralas. Y si te duele el alma, hacela llorar. Convidale un vinito tibiecito. Dale una sopa La Reina, ésa de queso para mojar el pan. Leele una canción, cantale un poema, uno que diga oíste corazón? nos vamos! Con la derrota a otra parte...vos leele. Leele.
Y si la pena te anda honda, dibujá. ¿Sabías lo bien que hace dibujar? Usá lindos colores. Verde. Azul. Acuarelas. Recortá. Pegá. Es la mejor terapia, dibujar. O ponete a regar una planta. O acariciá un perro de esos viejos y huesudos que andan en la ciudad.
Es que es más fácil andar queriendo siempre. Es más fácil así.
En un rato te encuentro! Cuando el cielo que puse se vuelva oscuro y plateado y sin sol y arda la música que te permita descansar.

lunes, 31 de mayo de 2010

Un corazón (como cualquier otro)



Era sábado a la noche y habíamos decidido quedarnos en casa.

Afuera Buenos Aires llovía como una loca, y el mejor programa era un té con canela humeante en la mesa de la cocina y la lluvia golpeando el techo de zinc. Te sentaste en la silla pintada de rojo, agregaste azúcar y el bullicio del agua apenas me dejaba escucharte.

Nos debemos estar poniendo viejos me dijiste.

Te contesté que no. Que yo no me estaba poniendo vieja. Que el que está envejeciendo prematuramente es mi corazón.

Miralo. Te dije. Debe andar por allá...

Agarramos las tazas tan calientes con la mano entera y caminamos hasta el living y lo vimos ahí.

Mi pobre corazón se había alquilado cinco temporadas de una serie yanqui y ahí estaba. Con los ojos rojos de tanto aguantar el sueño. Despatarrado en el sofá.

¿Qué hacen chusmeando desde la puerta? ¿No tienen otra cosa que hacer? Nos gritó enojadísimo.


(Te digo. Que mi corazón ahora se las tira de amo de casa. Me espera con la comida lista. Lava la ropa. Pasa procenex en el balcón. Mira el cielo largas horas mientras riega las plantas.)


Volvemos a la cocina. Comemos una galleta de avena y manzana y me decís.

-Cosa seria, esto de tu corazón. ¿Hace cuánto que está así?-

- Y no sé- te contesto. -Hará una semana, o dos-


Suena el teléfono.

Mi corazón pega un grito que retumba en toda la casa: "¡¡¡No estoy para nadie!!"


Se ha puesto haragán como ninguno. Y malhumorado.

Cada día se baña menos.

Casi no sale de noche.


Pero ese día era sábado y Buenos Aires llovía como una loca. Y encima hacía un frío que no se podía andar en la calle. Y nos sentamos en la cocina con un té con canela humeante y entonces me dijiste:


-Nos debemos estar poniendo viejos, ce-

jueves, 20 de mayo de 2010

Alquileres


Los que lleguen después, cuando nos vayamos de acá, ¿qué sabrán de nosotros? ¿Qué sabrán de lo que esta casa fue?
No sabrán nunca del amor que tuvimos.
De las noches de vino y de guiso y de música.
De los valsecitos de Me darás mil hijos abrazados en el living de derecha a izquierda, de izquierda a derecha...
De tu violenta locura que me hizo odiarte.
No sabrán.
Del espíritu de la vieja que me visitó un viernes.
De las conversaciones eternas. De los fríos que pasamos. Los calores.
De Eduardo Mateo. De la gigantografía de Gelman. De la postal de Ibiza con el hombre en zunga.
De las reuniones festivas las fechas patrias.
De los reencuentros. De los besos. De los abrazos.
De tu insistente e inútil tocada de portero hasta la madrugada.
De aquel que vino de colado a mi cumpleaños y tocaba la flauta horriblemente y tan contento.
De los autos copulando sobre Belgrano.
De las explosiones del calefón y las nudistas carreras.
Del vecino Matías y sus boyfriend cookies y su salida del closet en reunion de consorcio.
De tanta poesía nunca sabrán.
De perra del monte de las perras. Del labrador aquel que te despertó de una lamida.
Del mes que vivió papá antes de partir.
(Los que alquilen ahora, nunca sabrán)
De las comidas vegetarianas con el Juanchi.
De la ensalada improvisada de la casa.
De Antú y Valentino y su strike de pororó.
De tanta película, tanto libro,
tanto, tanto, tanto cariño nunca sabrán.
De la historia del salerito.
De nada. Nunca sabrán. Como yo, adonde vaya, nunca sabré.
Harán una nueva vida en esta casa. La vivirán.
Y la casa volverá a ser múltiple, abierta, inabarcable,
como mi corazón.





"El desconocido" (Pablo Neruda)

Quiero medir lo mucho que no sé
y es así como llego
sin rumbo, toco y abren, entro y miro
los retratos de ayer en las paredes,
el comedor de la mujer y el hombre,
los sillones, las camas, los saleros,
sólo entonces comprendo
que allí no me conocen.
Salgo y no sé qué calles voy pisando,
ni cuántos hombres devoró esta calle,
cuántas pobres mujeres incitantes,
trabajadores de diversa raza
de emolumentos insatisfactorios.

jueves, 13 de mayo de 2010

Avellaneda


(Conozco pocas personas en el mundo como Nico. Personitas hermosas que viven en una completa burbuja. A veces tienen un atisbo de realidad, pero les duele, y entonces prefieren seguir andando en la poesía. Ojalá hubiera más. Hacen demasiada falta.)
Hoy me pasaste a buscar tempranísimo por casa. Plena hora pico de tránsito en el centro porteño. No pudiste estacionar el Celestín y lo metiste en el telo de al lado. Cuando salimos pensaste que la gente nos envidiaría por eso. Todos marchando a trabajar de madrugada y nosotros saliendo de ahí, a esas horas,en las miradas ajenas seríamos felices.
Tomamos la autopista para Avellaneda, llenos de papeles, rumbo a las juntas educativas, sin mates, y encima sin sol, jueves, el largo día jueves como diría Neruda...
Cruzamos el riachuelo, oficinas de miles de colores, hasta la calle Zeballos que serpentea como ninguna. Cómo se mueve y baila esa callecita. Tuvimos que tomar tantas veces la Avenida Mitre para que nos digan que hoy no había atención al público. O tuvimos que tomar tantas veces la Avenida Mitre para ver a esa mujer tan joven toda arreglada y paqueta que metió el taco aguja en la esquina más sola de Avellaneda y se cayó de culo. Justo ahí. Justo en ése momento teníamos que estar nosotros dos, el auto celeste, la mañana...no podía ser otro día que hoy.
Si se pudieran hacer trámites todos los días del año menos hoy, hubiéramos ido hoy. Porque somos así. Vos manejando sin ver casi nada. Yo manipulando guías de transporte. Mientras una vieja cruza la calle a medio kilómetro por siglos y somos los únicos que la esperamos. Somos así.
Juntos no hacemos ni uno.
Lo mejor de la mañana fue encontrar las mejores medialunas del planeta en un café de Monserrat. En el café Monserrat precisamente. Ver la gente que se peleaba en la esquina y el policía sonriente y feliz con sus auriculares y su chaleco fluorescentemente naranja.
Lo mejor de la mañana fue salir a pasear con estas nubes.
Entre las nubes.
Exactamente así.
El mejor tiempo perdido del mundo, amigo mío.