jueves, 3 de diciembre de 2009

Olfatos


Hoy en el Pago fácil había olor a esencia de vainilla. Fuertísimo. Tan rico. Tan tan rico. Si cerraba los ojos volvía a la cocina de mi abuela en Concordia. A la torta marmolada, al té con leche. A los ladridos de las perras en la galería. Si los abría, estaba en el Pago fácil de Paraná Y Córdoba en kilómetrica pero paciente cola...


Hoy en el edificio de aguas argentinas había olor a pasto recién cortado. Y a barro. Si cerraba los ojos estaba en el río allá en Concordia, preparando el mate, parando al churrero para comprar esas cosas con grasa que tanto nos gustan... si los abría, volvía a esperar que llamen mi número para pagar la boleta...


Hoy en El gato Negro, el café sobre Corrientes, había olor a canela. Mucho olor a canela que se bebía del aire como un suspiro. Si cerraba los ojos estaba volviendo una madrugada de Pampa y la vía en moto con Mariano Beitía con el olor a canela y a lluvia por la carretera Urquiza. Y las pequeñas gotas que nos pegaban en la cara. Y el aire tan limpio y tan rosado... Si los abría, estaba otra vez pasando por la puerta de un café de buenos aires lleno de gente que desayuna grises.


(No me cabe la menor duda, en cualquier leve olor del mundo, por pequeño que sea, está toda todísima nuestra vida.)

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anduvieron conmigo