miércoles, 11 de noviembre de 2009

Miércoles de mañana


Son las nueve de la mañana. Acabo de volver del supermercado.¿Vieron qué bueno es ir al supermercado a las ocho y media de la mañana? No hay nadie. Nadie pero nadie. El acomodador de la verdura acomoda desganadamente la verdura, la cajera toma el mate cocido apoyada en la caja, y la música, siempre siempre es esa canción de John Lennon que se llama "Woman" creo, que es tan tan pero tan de supermercado...´

Y volvía, y adelante mío venía una chica joven joven empujando una silla de ruedas con un chiquito, un gurisito mirante, que no podía sostener la cabeza, y entonces la cabeza del niño miraba y se caía para un costado y la joven le acomodaba la cabeza y seguía caminando, contenta, de que el sol brillara como lo hace hoy, con una sonrisa enorme. Y tenía el pelo largo, y brillante y pesado. Y el pelo le bailaba con la brisa y el niño dejaba caer su cabeza otra vez mirando el pajarito, o el gato de la gomería, o las hojas de los árboles. Y la mujer pelo sonrisa sirena acomodaba la cabeza caída del niño y la silla de ruedas avanzaba, como una música que cubría la mañanita. Y yo sonreí también. Y el niñito pequeño me miró con sus ojos negros, los mismos ojos de la madre...

Y recordé. Anoche soñé con vos. Nos encontrábamos en un viaje, en una estación de servicio. Los dos trabajabámos en algunos de esos proyectos complicados que son parte de los sueños y me diste una carta. La abri, y eran dibujos tuyos, y palabras, muchísimas palabras bonitas que me habías escrito. Y después me dijiste que no me lo habías dicho antes porque el trabajo no te dejaba andar de a dos.

Y nos fuimos juntos por ahí. Seguimos el camino juntos. Vos tenías un pullover marrón con una guarda. El mismo que tenías la vez que te vi atravesando la plaza Primero de Mayo un viernes a mediodía.

Pero volviendo, volviendo a hoy, hay un sol gigantesco que se mete en todas las hendiduras de la casa y la llena de alegría. Humea el mate y pienso, que ayer no tomé mate en todo el día, que hoy entonces va a estar tan tan rico como el sol.

Y tampoco andarán los subtes hoy. Y la gente se quejará de lo que va a tardar, de lo que va a gastar, de lo que va a seguir quejandose todo el día, porque encima se avecina un miércoles de tanto calor.

Y seguro muchas cosas andarán mal. Pero el sol hoy brilla como nunca, y esa mujer con el pelo que bailaba existe, y anoche soñé con vos, y hoy me voy al encuentro de murgas en concordia, y al río. Y tengo el mate preparado, y Nico está viniendo para que organicemos juegos para el taller de la noche. Y estoy escuchando a Fernando Cabrera que envuelve todo el aire... ¿De qué me puedo quejar?

3 comentarios:

  1. Que bueno ce, que puedas advertir la felicidad que se tiene cuando un ser diferente está con nosotros, tal cual, como cualquier otro, tan querido, tan especial, tan necesario, tan todo...

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  2. Hola CE,gracias por existir, hay pocas personas que pueden ver de frente a un discapacitado y sacar de lo que ve, lo bueno.
    Eso te hace diferente,pues miramos lo malo del otro.........

    Te espero por concordia,y espero que la pases muy bien.

    Un gran abrazo gran........
    Nos vemos en cualquier momento.

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  3. Ceci: que raro!!! A mí me pasó algo muy parecido hoy mismo. Después de pasar cuarenta minutos apretada de transito en Panamericana, con la perspectiva de no llegar al parcial de Altamiranda, me bajé en la esquina del Profesorado masticando bronca. Entonces, justo antes de cruzar la avenida, lo ví. No es la primera vez que lo veo. Ya otra vez que venía quejandome por otra cosa también lo encontré. Es decir: o me quejo mucho, o por alguna ley que se me escapa él esta ahí cada vez que empiezo a quejarme. Seguro que alguna vez lo viste vos también. Seguro. Lo ví y quise sonreírle pero el no me miró porque él no está ahí para mí. Soy yo la que debe estar ahí para mirarlo. Beso! y gracias por esta reflexión!!!

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anduvieron conmigo