martes, 16 de febrero de 2010

Hola Buenos Aires


Hola mujer,
volví, no necesitabas extrañarme tanto, sabés que cuando me vaya del todo, aunque sea alguna excusa te voy a dar.
Volví
y me recibieron todas tus humedades. Tus nubes de vapor acalorado y tus tormentas. Tus cielos rosados y rojos mezclados con el negro de las fábricas y de los autos.
Volví
y segundos más tarde ya estaba sentada en algún bar de la Plaza Congreso tomando una cerveza y mirando las cosas que se vuelan en la noche.
Volví, Buenos Aires...
El chino Hugo tuvo otra hija y la mujer anda con un cochecito, con la vanesa al lado, mirando, mirando. La niña la mira mira, la niña la está mirando...
Rogelio y Vicky me abrazaron en la puerta con el mate esperando.
Un hombre borrachísimo apareció desde la tormenta para decirnos Amorcito, no te vayas...
Un amigo que quiero con el alma vino desde Londres y nos tomamos unos mates.
Me he olvidado las caras de los vecinos. Subo en el ascensor y pregunto a qué piso van los que suben conmigo, sin saber que vamos al mismo piso.
He acomodado los libros y los discos.
El perro de enfrente no ha salido todavía a ladrarme. La casa está cerrada. Quizás se mudaron, o murieron, o se fueron de vacaciones. No sé. Dos meses es mucho tiempo para una persona, pero poquísimo para vos Buenos Aires.
Y acá estoy, otra vez, está grisecito el cielo y hoy todavía no he bajado a andar tus calles.
Estás ajena. Parece que te hubieras ofendido conmigo. Espero que pronto me devuelvas tu confianza.
Yo estoy acá...

1 comentario:

anduvieron conmigo