domingo, 24 de julio de 2011

Extrañuras (Para el zurdo, todo el cariño del mundo)




"no quiero otra noticia sino vos" (Juan Gelman)


Las extrañuras se levantan con vos cada mañana. Todos las perciben. Ese enjambre, esa jauría de nostalgia que te recubre la piel no se ve en todas las personas.
El portero te grita cada mañana,
que ya barrió,
que no es cuestión de andar ensuciando de nuevo la vereda con
tamaña tonalidad de grises...
y vos que perdón, y vos que lo siento, rogelio...y juntás las extrañuras y te las amontonás en los bolsillos junto con los billetes y los boletos viejos y seguís andando...
y cuando vas a tomar el transporte para el trabajo, las extrañuras se te salen del tapado y cubren el cielo del colectivo y vos perdón de nuevo, todas las disculpas y saltás sobre la gente tratando de atrapar esas sensaciones volantes y la gente intenta devolverte las extrañuras,
porque nadie quiere quedarse con una extrañura ajena,
pero las locas saltan felices,
felices de estar tan adentro de un corazón como el tuyo que siempre tuvo lugar para tantas cosas....y cuando lográs acomodarlas más o menos, cada una en su sitio, tenés que bajar y ahicito, en córdoba y callao, las tipas se te salen de las manos y cruzan sin mirar y pican a cualquiera...
y vos hacés lo posible por ordenar el tránsito, por devolverlas a tu alma que anda tan huérfana sin sus extrañuras, pero se te hace tan difícil, se te hace tan complicado ponerle orden a tu vida, se te hace tan trabajoso convivir con ellas... Que no les gusta el desayuno, te dicen, que no soportan la poesía, que hagamos algo divertido, que salgamos a bailar por ahí...
no podés.
No podés andar andando con las extrañuras.
Aunque te recuerden que existe el amor.
Aunque te recuerden que no es para siempre la distancia.
Aunque te cuenten chistes que no olvidás.
Aunque te traigan lindos sueños a la noche.
Es díficil.
Los murmullos de las extrañuras a la madrugada a veces te dan miedo. El punzadito de las extrañuras en el pecho te hace pensar en un infarto. Las ronchas que te dejan en las piernas ya las trataste con un dermatólogo...
... Pero no hay nada que hacer, mujer, gurisa, muchacha, el amor cuando vale la pena es así, lleno de molestias necesarias, lleno de razones para vivir.
(Y no hay con qué darle. El loco insiste en el porvenir.)