lunes, 26 de abril de 2010

Hace mal


"Dónde estés, si es que estás, si estás llegando, será una pena que no exista Dios.
Pero habrá otros, claro que habrá otros, dignos de recibirte..." (Mario Benedetti)
Hace mal que ya no andés por acá.
Que ya no pueda encontrarte en ningún café.
Hace mal, hace vacío, hace un hueco enorme en el alma.
No entiendo, debe ser que no entiendo cómo te fuiste así de golpe.
Adónde te fuiste así de golpe si el mundo es definitivamente un lugar cálido.
No es el mejor. Pero es lindo. Y acá nos encontramos y nos quisimos.
Hace mal que ya no andés por acá.
Que ya no vayamos al mar.
Que ya no nos podamos abrazar.
Andarás tomando agua de lluvia como dice Antú.
Quién te va a vender un cigarrillo, papá.
Qué libros vas a leer...
Con quién vas a conversar...

Hace tanta pena en la casa.
Hay tanta tristeza alrededor.
Hace mal que ya no andés por acá...

Habrás vuelto a Santa Fe.
Mirarás desde algún sitio que no puedo conocer.

Te voy a extrañar todos los días...
Hasta siempre, papá.

jueves, 15 de abril de 2010

Sueñero




En mis sueños abrías el bar con una llave maestra. Adentro, te ponías a cocinar panqueques de semillas.

En las mesas del bar, crecían árboles que tocaban el techo. Árboles con flores violetas como atardeceres.

La sartén en el fuego derretía el frío que hacía afuera en Buenos Aires. Pude ver que era la calle Solís, y que a media cuadra, a tan solo media cuadra de Solís y Venezuela pasaba el río.



En mis sueños tocabas bossa nova en la guitarra.

En una mesa estaba desayunando Jorge Latana con un traje rojo.

En las ventanas andaban volando pájaros de colores.



Tomábamos café de la misma taza.

La gran preocupación mundial que salía por la televisión era la extinción de la caña de azúcar, que sostenía el mundo.

Se venía una guerra o algo así.



En mis sueños me tenías de la mano todo el tiempo.

Y yo juraba que nunca iba a partir...

martes, 13 de abril de 2010

Los abrazos torpes


Los abrazos se vienen volando desde distintas partes del país.
Hacen un ruido tremendo cuando abren la celosía para entrar a la casa.
A veces esos sonidos que hacen los abrazos cuando llegan se parecen a una tormenta.
Es que vienen viajando kilómetros y kilómetros para llegar a Buenos Aires...


(Me dijiste que yo llegaba adónde estabas vos. Que mi abrazo llegaba. Que mi voz llegaba y te decía buenas noches cuando te ibas a la cama. Que te arreglaba las sábanas y la almohada)

A veces los abrazos se pelean por quién llega primero.
Y golpean las paredes de la casa.
El perro se asusta y ladra. La vecina se preocupa mucho y llama al 911.


( Me dijiste que te acompañaba a la mañana. Que en cualquier forma invisible te acompañaba al cerro y a la montaña y me sentías ahí...)


Los abrazos dicen que es puro cuento la distancia.
A veces me traen arena de tu playa.
Una flor de lavanda para que te huela al recordar.
Una pizca de pimienta de cayena.
Una piedra blanca del atardecer...


(y Me dijiste citando a Tabaré Cardozo..."estoy ahí, ya sé que no, pero yo estoy ahí"...)

lunes, 12 de abril de 2010

Dulzura distante


Debe haber algo especial que anda en el aire cada vez que empuñás tu guitarra.
Digo. Debe ser un fusil. Un atacante del amor que empuña su ternura, debés ser vos, Cabrera, con tu guitarra...
Me di cuenta en Morón el año pasado. Y me di cuenta este sábado que pasó en el anfiteatro del Bauen...
No sé en qué andás vos, lindo uruguayo. No sé cómo lográs esas cosas tan etéreas. De dónde las sacaste. Quién te las enseñó...
Cómo hacés para erizarme la piel de tal manera. Para dejarme llorar así. Para hacer que me suspenda en la atmósfera y te mire desde arriba y te salude.
Se parece a volar ir a escucharte. Te lo aseguro, lindo uruguayo. Anduve andando por las nubes del Bauen y todavía me cuesta bajar a tierra.
Es que es tan poco parecida a tu voz la voz de Buenos Aires, que no sé, a veces me gustaría que fuera muda...
Debe ser que te quiero, Fernando, debe ser que te quiero...

sábado, 3 de abril de 2010

Fiat 600




Anduvimos un rato largo hasta que decidimos qué camino tomar para llegar al río.
Vos te habías levantado indeciso y desencantado y el mundo te daba exactamente lo mismo.
Encima andabas azucareando el mate hasta el exceso y eso a veces me quita la paciencia.
Igual la estábamos pasando bien.
Vos recordabas en voz alta unos poemas de Boccanera y la selva en galería se perdía en los vidrios del fitito y de su ruido agobiante.
A lo lejos veíamos el río que aparecía y desaparecía. Como un vaivén el camino alzaba vuelo y aterrizaba. Y a nosotros ese vaivén incesante nos parecía de una ternura inaccesible.
Los alguaciles pululaban en el aire y vos me decías que manejara más despacio. Que no les juegue una carrera a esos bichos alados. Que me calmara un poco.
Pero yo apretaba el acelerador y el gruñido del fiat se mezclada a tu voz, al aleteo alguacilado, al viento entre los espinillos, al rumor del agua que pasaba corriendo a metros de nosotros dos.
Sacudías el recipiente lleno de azúcar y mirabas por la ventana del auto lo verde que se había puesto el universo esa tarde.
Las nubes andaban hinchadas por el cielo. Como una ubre a punto de estallar sobre el camino.

Y vos eras/sos tristeza en estado puro. Tristeza para mí. Tristeza mía...
Y yo no puedo contra esta necesidad impostergable y crónica de abrazarte siempre... Todos los días...cada día.

"Labios de ramas quebradas" (Jorge Boccanera)

Sabemos que el ruido de un río
es el ruido del río,
y que no tiene nombre,
y lo reconocemos.

Es igual que ese nombre
que llamamos tu nombre,
y lo reconocemos,
y es el ruido de un río.